encuentro



En el agreste nos encontrábamos, el silbido del viento como un canto solitario, como un llanto perpetuo. Un frio quemaba los dedos, nuestros pasos eran de viejos escalones gastados y la vista cortada por el viento.  El tiempo ya no existía, lo único que se podía hacer era avanzar, quebrados, cansados y fríos.
Levante mi cabeza al cielo, era solo un manto gris y el sol había muerto ese día. Yo tomaba tu mano desnuda y se volvieron un cordón cristalino.
No sé cuánto paso, tal vez fueron unos pasos pero parecían ser una eterna peregrinación.
Mi otra mano estirada tratando de tocar algo el viento, los pies cada vez más frio, no sé como pero sentía tu latido como una voz alentándome para continuar.  El viento seguía silbando la misma canción, mi mano que no deja de buscar, en eso algo, es grande parece ser una piedra y otra. Sigo tocando, el viento parece que alejar su silvido y el frio corta menos las pieles.  Estábamos dentro de una cueva, aun con frio y hambre pero juntos.  Llegamos al rincón más profundo, nos abrazamos  con las pocas fuerzas que nos quedaban,  vi su rostro después de tanto tiempo, ella dibujo un sonrisa, yo la bese hasta que nuestros ojos se apagaron y juntos saltamos a la eternidad.

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